46 años han pasado desde aquella sensible fecha que cambió para siempre la historia de Chile, un nuevo aniversario de un hecho traumático. El golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al Presidente Salvador Allende, dando inicio a una turbulenta dictadura, junto a las brutales violaciones a los derechos humanos, la manipulación de los medios de comunicación y la imposición del sistema político y económico de tendencia neoliberal.
Influenciados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, los militares se pronuncian contra el estado, precisamente, la democracia. Se produce el pronunciamiento de las armas y el eventual bombardeo al Palacio de La Moneda que contrajo la represión social en todo Chile. Antofagasta, Calama, Tocopilla y Chuquicamata fueron escenarios de terror y violencia por parte de las Fuerzas Armadas.
Al asumir el gobierno de la Unidad Popular, el partido de izquierda más sólido de la región era el comunista, quien contaba con dos diputados, dos senadores y un disciplinado militante que asumió la Intendencia Provincial. De hecho, los alcaldes de Antofagasta y Tocopilla militaban en sus filas. De igual manera, las juventudes comunistas dirigían las federaciones de estudiantes de las universidades de Chile y Técnica del Estado.
Aquella mañana del 11 de septiembre de 1973, los militantes de la izquierda antofagastinos fueron sorprendidos por el pronunciamiento militar, tanto así, que tras conocerse los acontecimientos en Santiago muchos comenzaron a retirarse a sus casas, ya que el primer bando del general Joaquín Lagos –el mismo que el 2001 acusó a Pinochet como el gran responsable penal de los sucesos mediante Televisión Nacional de Chile- decretó el toque de queda durante la tarde del día posterior.
Paralelamente, en la Universidad del Norte, el 15 de septiembre, dos alumnos de la escuela de Periodismo fueron detenidos, torturados y asesinados en esos días. Uno de ellos es Nesko Teodorovic Sertic de 25 años, quien era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El periodista e historiador Isidro Morales, recuerda aquel momento con mucho pesar:
“Los centenares de estudiantes, profesores y no académicos, ubicados junto al casino, esperaban órdenes. Nadie sabía de quién y para qué. La primera idea fue defender el recinto, pero era imposible, cualquier acción podría ser sólo simbólica. Crecía la incertidumbre, más aún cuando se observaba cómo vehículos blindados y de transporte de personal del Ejército se dirigían por la costanera hacia el centro de la ciudad a ocupar el edificio de la Intendencia y de servicios claves y estratégicos. En tanto, algunas tropas de infantería tomaban posición detrás de los regimientos y con cara hacia la universidad, cercanos a las cabañas del hogar universitario que cobijaba a estudiantes de la Norte».
En total, en nuestra región se ejecutó a 56 detenidos políticos por orden de Sergio Arellano Stark, general del Ejército que viajó especialmente ‘delegado’ al norte del país, precisamente durante el paso de la “Caravana de la Muerte”, conocido como uno de los crímenes más siniestros jamás registrados en nuestra historia que aconteció el 19 de octubre de 1973, hecho que, hasta el día de hoy registra incógnitas sobre el paradero de aquellas personas que fueron víctimas de uno de los capítulos más sanguinarios en la historia de Chile.
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