En el marco del Día Mundial del Agua 2025, la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (Acades), en colaboración con Criteria, presentó un estudio sobre la percepción ciudadana frente a la crisis hídrica en Chile, con un enfoque particular en la Región de Antofagasta. La investigación, titulada “Agua, crecimiento y desarrollo: la urgente necesidad de un norte claro”, arrojó resultados significativos sobre la percepción y las necesidades de la población en relación al abastecimiento de agua.
El 81% de los encuestados en la región apoyan la expansión de las plantas desaladoras para abastecer a las ciudades e industrias. Este dato refleja la confianza de la ciudadanía en una tecnología que ha sido fundamental para que la región sostenga su crecimiento sin depender de fuentes hídricas tradicionales. «Antofagasta es la mejor prueba de que la desalación no solo es viable, sino que es la solución que nos permitirá seguir creciendo sin comprometer el acceso al agua», afirmó Rafael Palacios, director ejecutivo de Acades.
La región de Antofagasta es un referente en seguridad hídrica, con 13 plantas desaladoras en funcionamiento y una capacidad de producción de 6.388 litros por segundo. Su modelo de abastecimiento marca un camino que otras regiones podrían seguir para asegurar su desarrollo sin depender de las precipitaciones. Actualmente, el 68,5% del PIB regional proviene de la minería, una industria que depende de fuentes hídricas seguras y sostenibles. Además, sectores estratégicos como el hidrógeno verde y el litio también requieren un suministro constante de agua.
Según el estudio, el 21% de los encuestados en la región considera que la desalación y el reúso de agua son fundamentales para el crecimiento de Antofagasta, superando solo por la preocupación sobre la migración irregular (32%). Sin embargo, persisten desafíos, como la percepción errónea del 38% de los encuestados, que aún creen que en Chile hay suficiente agua, cuando las proyecciones oficiales estiman una reducción del 50% en la disponibilidad hídrica en el norte y centro del país entre 2030 y 2060.
Otro obstáculo es la burocracia: obtener los permisos para construir una planta desaladora en Chile puede demorar hasta ocho años, mientras que la construcción de la planta en sí solo lleva tres. Palacios advirtió sobre el alto riesgo de esta lentitud, afirmando que «sin agua, la actividad productiva se detiene y las ciudades dejan de funcionar».
El estudio también reveló que el 25% de los antofagastinos considera la construcción de plantas desaladoras como la propuesta más atractiva para el futuro del país, un porcentaje superior al 14% a nivel nacional. Este interés local se alinea con las preocupaciones sobre la seguridad hídrica, destacando el papel de la desalación como una solución crucial.
Fuente: SoyAntofagasta